Hay otros mundos, pero están en este.
Sólo tienes que dar un paso y atreverte a descubrirlos.

domingo, 16 de junio de 2013

De Astorga a Ponferrada.

José me toca el brazo y no dice nada. Tampoco lo hubiese oído con los tapones puestos. Hora de levantarse. Ya ha empezado el ir y venir de los peregrinos en el albergue.Qué hora es? Las 6 30. Autómatas y con la experiencia de los días, cojo la bolsa de aseo y la toalla bajo a los toilettes me cruzo con extranjeros y locales mientras crujen las escaleras de madera del albergue de San Francisco Javier. Ah sí, estamos en Astorga. Hoy desayunamos en el albergue por 3 euros y medio unas tostadas zumo bollería café con leche. Después de desayunar a ver cómo están las burras. Salimos al patio y notamos el frescor en las piernas. Todo a punto y salimos. Nada más dejar la población paramos al sol para ajustar los cambios y engrasar de nuevo. Hoy necesitaremos los desarrollos cortos para subir a la Cruz de Ferro. Los primeros 20 kilómetros hasta Rabanal los hacemos por camino con buen firme y pendiente ascendente pero constante. Plato grande y plato medio para los repechos. Cuando llegamos a Rabanal ya son las 10, hora de almorzar que si no luego nos da la pájara. José ha inclinado la sombrilla para evitar el sol que ya pega de lo lindo. Los extranjeros observan en silencio el resultado pero no se atreven a cambiar el orden. El sol les pega de lleno. La comida es importante para que no falte gasolina, pero lo mejor los almuerzos. Nos cuestionamos si los estómagos están más o menos altos que cuando empezamos. Que mas da. Hoy hay que comer y desgastar de nuevo. Nos despedimos de los americanos y del alemán que también vuelve a casa mañana Ponferrada Burgos en autobús Burgos Bilbao en avión y más avión hasta Alemania. El final del camino para más adelante. Subimos a la bici e iniciamos el ascenso. El mesonero de Rabanal ya nos confirmó que la pendiente varía entre el 6y el 11 por ciento a lo largo de siete kilómetros y medio. Que respet, que miedo. Plato mediano y penúltimo piñón siempre hay que dejar uno por si acaso. Avanzo despacio pero constante y descubro que el dolor de la rodilla izquierda ha desaparecido. El sol aprieta. Los peregrinos que van a pie resoplan, se limpian el sudor continuamente y van quedando atrás. Sorprendente lo bien que vamos.  Me giro y José viene detrás. La vista al frente, hacia arriba. Los Glaciares nevados no se mueven de su sitio, siempre a la izquierda, hacia el sur. De repente veo el pueblo siguiente. Hemos subido los seis kilómetros y medio sin poner pie en tierra. Seguimos, ya no se ven más picos en el horizonte. Debemos estar cerca de la cima pero no veo la Cruz de Hierro ¿Donde puñetas está?. El cielo, solo veo el cielo delante. !Cielos!, la bajada. Hemos llegado arriba, al punto más alto de todo el camino: 1500 metros. Nos descolgamos ligeramente y volvemos a subir. Al final de la recta sobre un montículo de piedras un poste de madera de los utilizados para el tendido telefonico rematado por una cruz de hierro. Gente haciéndose fotos, dejando su piedra, sus objetos y los escritos con sus peticiones. Hemos llegado. Un escalofrio me recorre la espalda, y se me agolpa el pulso en la garganta. Emocionados y contentos nos abrazamos. La ilusion se ha hecho realidad y el esfuerzo ha dado su fruto. Supongo que transmitimos buen rollo, por que una aleman de 2 metros, nos ha pedido un abrazo, al vernos tan contentos. Sense pegues!. Otra alianza hispano-alemana. La verdad es que es mas que una subida en bici. Ha sido una afirmacion de que la constancia, el esfuerzo y la actitud son determinantes. Naturalmente, no solo hablo de ciclismo. En ese momento Jose grita en direccion a Oriente.... Llegan Angel y Mayte. Otra vez, abrazos y fotos. Los mejores deseos y la cuarta o quinta despedida. Los volveremos a ver mas adelante. Dejamos atras la montaña de buenos deseos, de emociones, y de piddras de todos los colores y origenes, e iniciamos el descenso. Quince kilometros cuesta abajo y un desnivel de 900m.Llegamos a Molinaseca, un pueblo con tejados de pizarra y paredes ds piedra, enmedio de una vegetacion diferente a los llanos y paramos castellanos. La carretera discurre paralela al rio. Al otro lado, en la margen izquierda, un prado de hierba cortada y la terraza jardin de un meson restaurante. Instintivamente hemos parado en la entrada de un viejo puente romano, que llega a ese paraiso rural. Nos miramos el uno al otro, y poco mas que decidir. A comer. Buen sercicio, buena comida, yuna siesta a la sombra de un platano, a diez metros de la mesa en que hemos comido. A las 16:30, retomamos el viaje, para llegar a Ponferrada. Nos registramos en l albergue, y ponemos rumbo al otro extremo de la ciudad, para empaquetae y enviar las bicis a casa. Se acabó el pedalear.




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